Monday, June 18, 2007

Muy buenas a todos, chicos: HE VUELTO.

Podría poneros muchas excusas para esta ´pausa´ de casi dos meses pero lo cierto es que la única razón por la que no he escrito es... que no tenía ganas. En cuanto llegó el buen tiempo me compre una cámara y empecé a dedicar mis tardes a pasear por los alrededores haciendo fotos y los fines de semana a viajar por todo el estado haciendo el cabra. Estaréis conmigo en que es mucho más divertido que encerrarse en casa con el ordenador.
En cualquier caso, no he dejado de apuntar mis impresiones siempre que tenía un rato libre y ordenándolas de vez en cuando, así que ahora tengo material para unos cuantos ‘capítulos’ más (o para uno superlargo, así que id rezando lo que sepáis y preparando la impresora :-)

Como os decía, en este tiempo he hecho muchos viajes, a Las Vegas, a Vancouver, a la Península Olímpica, a Portland, ect, que ya os los iré contando poco a poco. Por lo demás, todo sigue más o menos igual. En el curro la cosa está tranquila y solo muy de cuando en cuando tengo algún agobio puntual (entre nosotros, este trabajo es una gilipollez que podría hacer cualquiera con unas cuantas horas de entrenamiento y un poco de práctica, pero así es como funcionan los americanos, a base de superespecialización).

El grupito de las rusas espectaculares de la de la columna 14 va diluyéndose poco a poco a medida que van siendo sustituidas progresivamente por chicos o por otras compatriotas suyas más terrenales. Y es que lo que ocurría allí no era normal, más que una oficina de ingeniería aquello parecía la pasarela Cibeles en un desfile de pret a porter. Ahora empieza a estar claro cual era el juego de su empresa: Mandar de avanzadilla a este selecto grupito para causar impresión en las filas de Boeing (que como todas las empresas del mundo esta dirigida por hombres de carne, hueso y testosterona) para luego irlas sustituyendo por gente más normal que continúe sacando el trabajo adelante mientras estas abren brecha en otro sitio. Muy ingenioso.

Por otra parte, la llegada de los chicos de integración de secciones, procedentes casi todos del grupo que tenía yo en Madrid, me ha venido bien, porque ya conocía a varios de ellos. De todas formas, la gente de mi grupo de cálculo es bastante maja, especialmente Iker, que cada día me cae mejor. Por cierto, que al fin consiguió venirse también desde Vitoria su novia Joanna, así que estos dos sí que están de puta madre por aquí.

A nosotros nos han trasladado unos cien metros hasta otra zona dentro del mismo edificio y la misma planta, de modo que ya no tengo enfrente a Paul Andrzejewski, ese doble de John Goodman que se bebía las latas de Pepsi de tres en tres y luego pretendía estar a dieta, el muy mamón. El haberle perdido de vista tiene su parte buena (ahora ya no tengo que aguantar el olor de su comida cuando se pone a almorzar delante del ordenador a las 11 de la mañana) pero también su parte mala, ya que con él estaba aprendiendo el sutil arte de expresar palabras y frases -y hasta epopeyas históricas si me apuráis- con una sola sílaba. Me tiene fascinado el tío. Es verdaderamente alucinante, aunque no he llegado a averiguar si solo él es así o es que esa es la forma de hablar de todos los de Chicago (como nota al margen os cuento una curiosidad: Me dice Joanna que en esa ciudad americana hay más gente de origen polaco, como Paul, que en cualquier ciudad de Polonia incluida Varsovia... Curioso).
El caso es que después de algunas semanas sonriéndole como un idiota cada vez que intentaba comunicarse conmigo, poco a poco empecé a aprender los trucos de su particular magia. A saber:

Yuwe = You are welcome (de nada)
Oin’n = What’s going on (que pasa, que tal)
Haid’n = How are you doing (como te va, en dialecto americano)

... y así con todo. Con el tiempo fui aprendiendo a imitarle y hasta parecía que me entendía y todo. Estoy seguro de que si me hubiera tirado un mes más con él a estas alturas ya sería capaz de comprimir las obras completas de Bertrand Russell en un solo gruñido. ¡¡¡Me río yo del WinZip!!!

Eso en lo que se refiere al trabajo. En lo demás, pocos cambios. La gente por la calle anda algo revolucionada últimamente con el tema de la gasolina, que en estos dos meses se ha puesto por las nubes sin que nadie sepa muy bien por qué. Aunque no hace falta ser muy listo para imaginarse que los especuladores de verano (con y sin turbante) andan ya haciendo de las suyas como todos los años. Id preparándoos vosotros por ahí, que ya sabéis que cuando Estados Unidos estornuda Europa pilla una pulmonía.

En cuanto a mí, conseguí hace tiempo los muebles que me faltaban para estar completamente a gusto en mi casa y ahora ya se puede decir que es un verdadero hogar.
En Mayo vinieron a verme Manuel y Montse (chicos, saludad con la manita), y en julio se vendrá también Eva (ahora tu). M&M estuvieron unos días conmigo, al principio y al final de su ´viaje de novios´ (no se muy bien como llamarlo, tal vez debería decir ´viaje de pareja de hecho´) y el resto del tiempo anduvieron en una caravana dando vueltas por ahí arriba, en Canadá, molestando a los osos y todo eso. Me dio pena cuando se fueron, pero sé que se lo pasaron bastante bien por aquí, que es lo que importa.
Eva se vendrá conmigo cuando me vuelva de Madrid el 1 de julio, porque (¿aún no os lo había dicho?) dentro de tres semanas... ¡¡MEVOYPASPAÑA!!
Me tomaré vacaciones el 23 de junio, aunque solo va a ser una semana y no se si me va a dar tiempo a veros a todos (estáis un poquito desparramados, me temo).

Por lo demás, todo más o menos como siempre. Os escribo esto el sábado 26 de mayo, el fin de semana del aniversario de ese gran acontecimiento histórico que fue el estreno de ´La Guerra de las Galaxias’ pero para mi sorpresa ha resultado que este gran evento está pasando por Seattle sin pena ni gloria, y que todos los friquis de la región se han ido a pasar el finde a California junto con otros de su especie llegados del resto del país y parte del extranjero. Ha sido una pequeña decepción para mí, precisamente en esta ciudad que siempre ha estado tan unida al mundo de la ciencia ficción y que aparte de ser la tierra de Frank Herbert y Octavia Butler, de tener un estupendo museo de c-f, o de que aquí se celebrara la Expo de 1962 dedicada al mundo del mañana (de la que quedó como recuerdo el Space Needle con su inconfundible forma de platillo volante), también tiene como uno de sus símbolos al cohete espacial de Fremont; pero por si no fuera suficiente, la mascota de los Sonics es un primo hermano de Chewbacca y los buzones de correos de la ciudad son réplicas exactas de R2D2. Y sin embargo, a pesar de todo esto, incomprensiblemente aquí no se ha hecho nada para celebrar el cumpleaños de Star Wars. De hecho, como el museo está a solo cinco minutos de mi casa, me acerqué esta mañana con la esperanza de presenciar algún acto recordatorio y resultó que no solo no habían preparado nada especial sino que encima los muy mamones tenían puesta por megafonía la sintonía de Star Trek (¡¡¡BLASFEMOS!!!).

Bueno, venga, que me estoy enrollando con mis pequeñas pasiones y ya estoy empezando a oír vuestros ronquidos. Vamos a lo que vamos:

(Ejem)


TÍTULO: La tele y la vida

SUBTÍTULO: Escenas (catódicas o no) de un sábado típico en la capital del noroeste americano.


Esta mañana me he levantado a las 9, mucho más pronto de lo que me habría gustado, pero es que con este cacho ventanal sin persianas y amaneciendo a las 4 y media de la mañana cuesta mucho quedarse hasta el mediodía durmiendo en la cama.
Aparte del memorable acontecimiento que os mencionaba más arriba, resulta que este fin de semana se celebra también una de las cuatro fiestas nacionales que tienen los yanquis al cabo del año (compárese con las ¿catorce? que tenemos en España). Concretamente se trata del ‘Memorial Day’ y en realidad se celebra el lunes, así que este finde vamos a disfrutar de un pequeño puente. Yo no tenia ni idea de lo que se celebraba en este día hasta que puse la tele durante el desayuno y empecé a ver imágenes de batallas, cementerios y banderas estadounidenses, con el himno americano sonando de fondo en plan ‘gospel’. Por lo visto, se trata de un homenaje a los caídos en defensa de la patria, la libertad y otras gilifacheces por el estilo de esas que tanto gustan por aquí.

Lo único bueno es que para esta noche anuncian un porrón de documentales sobre la Segunda Guerra Mundial, que es un tema que me gusta bastante más.
Cuando me cansé de himnos y banderas, me lié a hacer zapping y descubrí que en la mitad de las cadenas había telepredicadores. Apenas se ven de lunes a viernes, pero cuando llega el finde, las tropecientasmil congregaciones protestantes del país tiran la casa por la ventana y congregan a todos sus fieles en cualquier estadio deportivo o sala de fiestas que pillen disponible para retransmitirlo en directo. Esto de los telepredicadores es un producto típicamente americano, como sabéis, pero tengo que decir que no son exactamente como los de las películas. Alguno sí que va todavía en ese plan, con look y gestos al estilo Raphael y contando chistes de ateos entre salmo y salmo. Pero en general se ve que el perfil medio del ‘portavoz de Dios’ esta cambiando mucho y que ahora lo que abunda es la rubia cuarentona de buen ver, con pinta de abogada listilla y ‘lifting’ facial. Y no solo cuarentonas: Últimamente también he visto por ahí alguna que no debía pasar de los 20 años, con más aspecto de animadora de equipo de rugby que de piadosa sacerdotisa cristiana.
Y eso sí, lo que sigue exactamente igual que antes es su insaciable apetito financiero: Te venden libros, biblias, postales, joyas, cuadros, camisetas, pegatinas... lo que quieras. Una de estas ‘sectas’ vende incluso móviles ya preparados para facturar parte de tus llamadas en una cuenta separada, de modo que cada vez que llamas a alguien por teléfono estás dedicando una parte del gasto a financiarles. La leche. Y por si no tuvieran bastante con eso, hasta tienen un número especial al que puedes enviar tus oraciones por ´sms´ (como si el Altísimo estuviera tan ocupado que ya no fuese capaz de escuchar las plegarias de sus insatisfechos fieles y necesitase tenerlas por escrito para poder atenderlas, ¡ja!). ¿He dicho que esto era la leche? Pues aún digo más: ¡¡¡ES LA POLLA!!!

Seguí zapeando un buen rato a través de los pocos canales que se ven medianamente bien con mi antena portátil y los que no estaban dando batallas ni oraciones se dedicaban a los marujeos morbosos sobre los ‘juguetes rotos’ de turno. A saber: Anna Nicole Smith y la batalla por su bebé huérfano (y por sus millones), Britney Spears con su cura de rehabilitación y su pelo rapado al cero, David Hasselhoff y su adicción al alcohol... Y todo esto en plan salvaje, sin censurar ni una sola imagen y entrando a cuchillo en los detalles más escabrosos de cada historia. Vamos, que ríete tú del culebrón de la Pantoja. Aquí los del Tomate se iban a hinchar, os lo digo yo.

En la mayoría de los casos la tele americana se parece mucho a la española (o al revés): programas de cocina y de vídeos caseros, telenovelas, reality shows, una versión de ‘Operación Triunfo’, otra de ‘Super Nanny’ y casi los mismos concursos que en España: ‘Quien quiere ser millonario’, con una rubia de bote haciendo el papel de Carlos Sobera (sin alzamiento de ceja), ‘Alla tú’, con un calvorota simpático en el papel de Jesús Vázquez o ´La Ruleta de la Fortuna’, que debe de ser el programa más veterano y más visto del mundo mundial, pero que yo no le vea la gracia por ningún lado. También las mismas teleseries: ‘Will y Grace’, ‘Seinfield’, ‘House’, ‘Smallville’, ‘CSI Las Vegas’, ‘South Park’ o ‘Los Simpsons’ (la Fox se pilla muy mal, pero a veces la veo). Y claro está, no podían faltar tampoco ‘Frasier’ y ‘Anatomía de Grey’, que se desarrollan aquí, en Seattle (aunque me han dicho esta última se rueda en realidad en Los Ángeles para abaratar costes).

El equivalente de María Teresa Campos sería aquí Oprah Winfrey, más nocturna, más negra y con muchos más millones (está considerada una de las mujeres más ricas del país) pero con parecidos temas de conversación y el mismo carácter, aunque esta por lo menos es lo bastante lista como para no dejar que se le vea nunca el plumero político.

Hay algunas diferencias importantes, sin embargo: Si en España lo que prima son las televisiones de cobertura nacional con desconexiones autonómicas a determinadas horas, aquí es al revés, ya que casi todo son emisoras locales que se conectan de vez en cuando a una cadena nacional. Esto es sin duda producto de la mentalidad de los estadounidenses, gente generalmente corta de miras y muy poco interesada en todo lo que ocurra más allá de la cerca de su jardín. Los telediarios dedican la mayor parte del tiempo a informar sobre la previsión del tiempo, el estado de las carreteras y los pequeños acontecimientos sociales o políticos en la ciudad desde la que emiten, con lo cual es bastante difícil enterarse no ya de lo que pasa en el mundo, sino incluso en el resto del país. Os costará creer, por ejemplo, que en los tres meses que llevo aquí solo he visto tres o cuatro veces en la tele a George Bush, dos a Hillary Clinton y ni una sola al Papa, a Vladimir Putin o al Secretario de las Naciones Unidas (y no digo ya a Zapatero, que si se hubiera muerto hace meses de un ataque de talantepatía aguda yo desde aquí ni habría enterado).

La que da un poco de pena son las teles públicas, si bien es cierto que por lo menos se salen del esquema tradicional de las otras y de vez en cuando te sueltan algún documental interesante. La que hay aquí, la KCTS, es algo así como la 2 pero con complejo de inferioridad. Se pasan el día en plan pedigüeño solicitando donaciones o haciendo rifas y lamentándose de no tener dinero suficiente para hacer mejor su trabajo. Y como se ve que alguien les ha dicho que la mejor televisión pública del mundo es la británica intentan a todas horas parecerse a ella, aunque por la vía cutre, importando programas y series baratas de la BBC de los años 70. Pero claro, no es eso...

Ah, otra cosa que me ha divertido mucho estos días (normalmente no veo casi nada la tele, pero esta semana me he hinchado) ha sido la final del concurso nacional de deletreo para estudiantes, otro invento norteamericano que no tiene equivalencia en España. Visto desde nuestra mentalidad podría parecer una completa estupidez, ya que nosotros tenemos la suerte de hablar un idioma que se escribe como se pronuncia (salvo las posibles dudas sobre la hache, la ‘g’ y la ‘j’ o la ‘b’ y la ‘v’). Pero como en inglés un mismo sonido se puede escribir de infinidad de formas, deletrear una palabra que nunca has visto escrita puede llegar a ser todo un reto. El concurso se hace conjuntamente con Canadá, que este año ha dominado de forma clara el certamen, pero finalmente el ganador ha sido un empolloncete californiano. Hubo de todo (incluso desmayos de los chavales ante el micrófono) y hasta el último momento no se decidió el ganador, cuando el canadiense de las gafas de culo de vaso falló al deletrear la palabra ‘cyanophycea’ (un tipo de alga de color azulado).

Los anuncios son mucho más cutres, de eso sí que no hay duda. Son cualquier cosa menos sutiles: Que si este coche es más grande que el de tu jefe, que si este refresco tiene más burbujas que el de la competencia o que si tomas este producto adelgazante te vas a poner más buenorra que tu vecina y así podrás liarte con su marido y dejar a ese novio calvo y soso que tienes ahora. Para qué andarse con indirectas, ¿no?
También se ven todavía esos anuncios dignos de ‘El Equipo A’ en los que el dueño de una tienda de coches de segunda mano aparece con su sombrero tejano y una rubia del brazo para explicarte lo mucho que puedes fiarte de él, que es un tío legal y siempre revisa a fondo los motores de sus pickups antes de revenderlos, y no como ese otro que tienes dos calles más arriba que es un canalla sin escrúpulos y solo te vende trastos inútiles que fallan a la primera (bueno, no te lo dice de forma tan directa para no enfrentarse a una demanda, pero te lo da a entender claramente).

Algo que también gusta bastante por aquí (y con esto ya dejo el tema de la televisión para no aburriros demasiado) son los programas de tribunales. Aparte de los juicios de pega, en los que se dirimen cuestiones domésticas delante de un falso juez, es todavía bastante habitual que se retransmitan en directo procesos auténticos que las cadenas consideren ‘de interés general’, y no solo los de personajes famosos (como O.J. Simpson y similares), sino también los de ciudadanos anónimos acusados de alguna atrocidad... y aquí hay pocas limitaciones cuando se trata de dar espectáculo. Antes de venir a Estados Unidos tenía curiosidad por saber hasta qué punto se parecía la vida real al cine y tres meses después os puedo asegurar que no hay muchas diferencias. También en lo que se refiere a los juicios. Si los abogados de series y las películas os parecen personajes histriónicos y amarillistas deberíais haber visto el juicio que me tragué yo hace tiempo en una tele local: Los ocupantes del banquillo eran una pareja (negra o hispana, ahora no lo recuerdo) a la que se acusaba de haber matado de una paliza a su única hija, un bebe de pocos meses, aparentemente porque no dejaba de llorar. Intentad recordar el más exagerado y surrealista capítulo de “La ley de Los Ángeles” o “juzgado de guardia” y no os aproximareis ni de lejos a esto. La actuación de la fiscal era tan melodramática que rozaba el ridículo absoluto, dando gritos desgarrados y levantando el puño mientras explicaba su versión de los hechos. Parecía una mala actriz de teatro interpretando una de Shakespeare o de Lorca y no sé que resultaba más incomprensible, si que los miembros del jurado consiguieran mantener la cara de póquer durante toda la alocución, que el abogado defensor no protestara ni una sola vez ante aquel esperpento, o que el juez no decidiera sacar a patadas de la sala a la fiscal. Y cuando ya parecía que la tía estaba por fin acabando su actuación, llegó el broche final: Coge y, muy solemne ella, le pide al ujier que introduzca en la sala lo que ella misma había dejado en el pasillo a la espera del momento oportuno. ¿Una prueba, quizás? Qué va. ¿Acaso un testigo sorpresa? No. ¿Un video tal vez, una confesión por escrito, un estudio científico...? Pues no, señores, no: ¡Una tarta! Una tarta pequeñita, con una montaña de nata por encima y una única vela encendida en el centro. ¿Y para qué, os preguntaréis? Pues para conmemorar el primer cumpleaños que la niña fallecida nunca llegó a celebrar, ni más ni menos.
¿Os estáis preguntando qué hizo el juez en ese punto? Pues yo os lo diré: Absolutamente nada. ¿Y cómo reaccionaron los asistentes al acto? ¡Cantando, por supuesto! De hecho, toda la sala, a excepción del juez y algunos miembros del jurado se puso a cantar el ‘cumpleaños feliz’ siguiendo a la fiscal.
¿Tengo que aclarar que la pareja fue declarada culpable? No, ¿verdad? Así es América, chicos...

Y bueno, dejo ya de hablar de la tele, que me pongo atómico. El resto de la mañana lo he dedicado a pasear por el puerto y por la ciudad para aprovechar este día tan bonito que nos ha tocado. Cuando sale el sol, Seattle casi podría pasar por una ciudad española, con las calles llenas de gente paseando al perro, comprando en los mercadillos o tomando algo en las terrazas o los puestos ambulantes. También hay muchos haciendo deporte. En invierno los ‘Seattleites’ abarrotan los gimnasios, y en verano se echan a la calle a correr por los parques o a darle al pedal (hay muchos carriles bici tanto dentro de la ciudad como en los alrededores). Supongo que será para quemar toda la grasa y los carbohidratos que engullen a lo largo del día. Es todo un contrasentido que gente con esta dieta se preocupe tanto al mismo tiempo por su aspecto y su salud, pero así es. Aquí no es raro, por ejemplo encontrarse a grupos de mamás en los parques charlando con total soltura sobre el efecto del betacaroteno o los alfahidroxiácidos en la piel (no es broma, he oído este tipo de conversaciones más de una vez). Y para el resto, siempre queda la cirugía: Lo de operarse las tetas no es que sea habitual, es que a veces y según por donde te muevas da la impresión de que las ‘raras’ son las que no se han retocado.

Bajo a comer al puerto a menudo porque aquí tienen un pescado buenísimo, aunque estos tontolculos yanquis apenas sepan apreciarlo. No tienen mucha variedad, pero en casi todas partes puedes encontrar salmón, bacalao, halibut (parecido al mero) y de vez en cuando también trucha o merluza. El marisco está un poco menos sabroso pero a cambio es mucho más grande y más barato, así que te puedes marcar una buena mariscada de vez en cuando sin que el bolsillo se resienta demasiado. A mi no me va mucho, como sabéis, pero de vez en cuando sí que pido algún plato de cangrejo o langostinos. Lo que está especialmente bueno es el salmón y además el de aquí tiene mucha menos grasa. No dejo pasar muchos días sin probarlo y hoy ha sido el elegido para bajar al Anthony’s a tomar mi ración semanal.

No os voy a mentir: Seattle no es una ciudad bonita; cuando le echéis un ojo a algunas fotos que os voy a mandar en los próximos días tal vez penséis lo contrario, pero tened en cuenta que he procurado escoger lo mejor de lo mejor para mostraros. Sin embargo, lo que sí os puedo asegurar es que es súper agradable para vivir (si la bolsa sona). Tiene casi de todo, es tranquila, no excesivamente grande, apenas hay delincuencia y sus habitantes son liberales, bastante amables (puede que no tanto como en Everett o en Canadá, pero infinitamente más que en cualquier lugar de España, eso seguro). En invierno no mola tanto porque llueve casi todos los días y las horas de luz son escasas, pero ahora que está llegando el buen tiempo esto es una pasada (he tenido suerte con las fechas que me han tocado, tengo que reconocerlo). En esta época tenemos casi diecisiete horas de luz, ya apenas llueve y la temperatura es bastante agradable, sin llegar nunca a hacer demasiado calor (ya sabéis que yo lo del calor lo llevo fatal). Además esta rodeada de sitios que (esos sí que sí) son bonitos de cojones y no están demasiado lejos: Tienes lagos, cataratas, islas, bosques y praderas, marismas, volcanes y montañas nevadas, todo a un tiro de piedra.

Según lo estoy contando casi parece que esto es una especie de paraíso, ¿no? Pues deberíais preguntar a los homeless (los ‘sin techo’) que pueblan las calles de la ciudad, a ver que opinan ellos. Todas las capitales yanquis están plagadas de vagabundos, eso ya lo sabíamos por las películas de detectives, pero lo que no me esperaba yo era encontrar tantísimos pobres precisamente aquí, en la tierra de Boeing y Microsoft, donde el dinero se respira en el aire, donde el partido demócrata bate récords elección tras elección y donde (en teoría) el paro no existe. Y sin embargo, ahí están ellos, por todas partes, deslizándose entre los Lexus y los Mercedes que circulan las avenidas del downtown, con su invisible etiqueta de looser (perdedor) prendida a la espalda.
Duermen en las calles y se alimentan en los comedores de caridad que hay en el centro, igual que en Madrid, pero la diferencia es que aquí son un verdadero ejército. Muchos están mal de la cabeza, pero no son peligrosos en absoluto: Se te acercan educadamente, te piden un cuarto de dólar y aunque les digas que no se despiden dándote las gracias y las buenas noches. Tal vez sea por la constante presencia policial, nada espectacular, nada obvia, pero que se siente en el ambiente. La mayor parte del tiempo no ves a ni un poli por las calles, pero basta que pase cualquier cosa en alguna parte de la ciudad (una riña entre adolescentes, un desmayo en una esquina, lo que sea...) para que aparezcan en menos de un minuto dos o tres coches patrulla como salidos de la nada.

Si es verdad lo que dice Oprah, la mayoría de los vagabundos son víctimas del sistema de sanidad pública. O mejor dicho, de la inexistencia de ese sistema. En teoría sí que hay una especie de Seguridad Social para las clases más bajas (me han dicho que tienes que acreditar que eres pobre de solemnidad para poder tener cobertura), pero las prestaciones que te ofrece son tan básicas que es preferible no tener que hacer uso de ellas, ya que aquí no se andan con hostias: Si eres un enfermo mental y lo tuyo no se arregla con un par de pastillas búscate la vida porque hay que dejarle la cama a otro. Y si un día te caes por un barranco y te rompes la tibia por cuatro sitios ya puedes ir rezando, porque como los médicos de la SS consideren que la operación es demasiado cara para financiarla con los escasos presupuestos de que disponen, te cortan la pierna y a tomar por culo. ¿Creéis que exagero? Pues deberíais ver la legión de amputados, minusválidos y zumbados que circula por algunas zonas de la ciudad.
Además, como las prótesis anatómicas también deben de ser caras de narices, todavía ves por ahí de vez en cuando a gente con garfios en los brazos o parches en el ojo, como recién salidos de una película de piratas. La leche, insisto.

Según parece, muchos de ellos son personas que originalmente llevaban una vida normal, con familias, casas y hasta con buenos trabajos, pero que en un momento dado se vieron afectados por alguna enfermedad o percance y al no tener un seguro privado en condiciones tuvieron que pagarse el tratamiento de su propio bolsillo hasta que se les acabo el dinero. Algunos tuvieron que hipotecar sus casas y al final perdieron hasta su puesto de trabajo. Y ahí se quedaron, enfermos, en la calle, sin un puto duro y en el paro (si dejas de currar durante mucho tiempo, el Estado no cubre tu ausencia y el empresario tiene que buscar a alguien sano que haga tu trabajo).
Porque aquí, en los States, cuando caes a lo más bajo es muy difícil volver a remontar el vuelo. Los gringos llevan la dicotomía éxito-fracaso grabada a fuego en las circunvoluciones cerebrales y no hay término medio para ellos: O eres un triunfador (es decir, ganas pasta, creas una familia y te compras un chalet en las afueras con una casita para el perro) o un absoluto perdedor. Y lo malo es que cuando empiezas a vislumbrar que te estas quedando en el pelotón de cola, la presión ambiental es tan enorme (solo tenéis que echarle una ojeada al trasfondo que se adivina en las películas yanquis) que hay que ser muy fuerte de espíritu para poder aguantar el tirón y no arrojar la toalla definitivamente. Por eso la mayoría de los ‘desfavorecidos’ terminan por asumir su fracaso y pasar el resto de sus días arrastrándose como pueden por la vida.
Muy triste, sí. Y todo esto en el país más rico del mundo, el que puso al hombre en la luna, el que tiene la cuarta renta per cápita más alta y la mayor concentración de millonarios del planeta (y si las cosas están así aquí, en Pijolandia City, no me quiero ni imaginar lo que será darse un paseo por los suburbios de, digamos, Philadelphia, o de alguna de las capitales del sur del país. Bufff...).

Y ya vale, voy a cortar aquí. Me han salido algunas páginas más, pero las dejo para el siguiente correo.
En los próximos días os iré enviando también algunas fotos de mi colección, ¿vale?.

Helga, espero que tus desgracias se vayan arreglando poco a poco. Ánimo.

Laila, Iñaki, muy bonitos vuestros mensajes, gracias. Siento no haber podido responderos.
Gon, Johny, podéis seguirme mandando fotos de vuestros churumbeles y churumbelas, pero mejor a las direcciones de hotmail, que la de eresmas la tengo siempre petada por el spam.

Bueno, no puedo mencionaros uno por uno porque creo que hay treinta y tantas personas en la lista, pero que sepáis que me acuerdo de todos. A los que os falte algún “capítulo” y aún estéis deseando leerlo después de las palizas que os meto, pedídmelo, porque no siempre puedo estar seguro de que todos hayan llegado a su destino.

Hasta la próxima. Besos y abrazos